Josemaría Fernández Ureña

Hola, soy Josemaría. Un tipo de natural curioso y dado al compromiso. Nací en Granada un 13 de febrero. Era lunes. Quizá por esto no soy supersticioso ni me supone trauma alguno el inicio de semana. Allí estudié Filosofía y Dirección de Empresas, y comencé a prestarle especial atención a las palabras y a los silencios; a los gestos, a las miradas…, y quise aprender cómo nos comunicamos. Ahora sé que haber participado (y disfrutado) en el concurso de redacción de Coca Cola, en cuarto de primaria, fue determinante en esta decisión. ¿Cómo no habría de ser así? Es la “chispa de la vida”!! Compaginé estudios “oficiales” con lo que ahora se llama emprendimiento (me da que estamos gastando la palabra), primero en una empresa familiar y luego en experiencias individuales y colaborativas en el sector comercio. En esta etapa participé en la fundación de la Asociación Granadina de Jóvenes Empresarios. Comencé a iniciarme en la consultoría en marketing y comunicación. Seguí acariciando libros y experiencias y descubrí a Peridis y el programa que imaginó de Aprender Haciendo: el de las Escuelas Taller y las Casas de Oficios. Algo extraordinario que tanto potencial sigue teniendo. Perdura en mi memoria la rehabilitación de la Abadía del Sacromonte, en Granada, como instrumento de formación ocupacional y desarrollo personal. Por el camino, ya en Extremadura, donde resido, he colaborado en diferentes proyectos de desarrollo local y regional (todo un reto y una gran satisfacción que han ido completando la mochila de la experiencia), intercalándolo con la formación profesional y ocupacional y la asesoría en comunicación; la orientación laboral y personal. Inolvidables, por fértiles y gratificantes, los años pasados en Valencia de Alcántara, al frente del Centro de Formación y Empleo. Me gustan las personas. Las acciones compartidas. Creo que se escuchar (no es lo mismo que oír). Creo que se acompañar (no es lo mismo que estar al lado). Esto es lo que ocupa mi vida profesional ahora y pretendo que sea así hasta el final de los tiempos. Para seguir aprendiendo. Para seguir viviendo. Estoy convencido de que la felicidad está en el camino. Si quieres, podemos compartirlo. ¿Qué puedo hacer por ti?